(Lita a Nené)
Sevilla 22 de marzo de 2007
Nené, me estás asustando.
Para empezar no se qué son los
topolinos. Lo del sombrero de
rafia lo vamos a dejar para los
borriquitos turísticos de Mijas y lo de
las labores de aguja en plena playa,
para que te voy a contar, yo soy
generación sudoku.
En nuestra playa lo bueno es olvidarse
del textil, tumbarse a pelo
en la esterilla y sentir que perteneces
a la Tierra, que algún día fuiste
así de libre. Bañarte dejando que los
pechos se alcen por encima
del agua. Flotar mirando el cielo azul y
las gaviotas. Usar el tiempo para lo mejor que puede ser usado: Mirar
y escuchar.
Por supuesto que aceptaré, con cariño de
hermana, tu presencia con silla de playa, pamela y cremas
protectoras. Incluso la de tu amantísimo con la camiseta cubriendo
apenas sus partes pudendas y dejando asomar su tímido capullito por
los bajos.
Acogeré encantada tu conversación
mordaz. Como en los balnearios de toda la vida, a los que iba la gente
año tras año, podemos dedicar un rato al repaso ladino de
cuanto ser humano pase por la
orilla. Porque, eso sí, la orilla es
como el paseo del pueblo: Parejitas arriba y abajo, grupitos de abajo arriba
y los atrevidos de siempre sacando pecho y aventurándose unas
cabalgadas jadeantes.
Tú te instalarás en tu silla anatómica y
plegable. Te desanudarás tu pareo, espero que delicadamente floreado.
Cubrirás tu noble rostro con una poción blanca, espesa y
de alta protección contra la
libido; tu cuerpo, con los
correspondientes potingues que te envolverán en un hálito oleoso, te hará aún más
deseable. Afortunadamente te camuflarás con una magnífica pamela
¿de rafia? Que, al menos, dificultará tu posterior
identificación en la vida civil. No digo que será un placer, querida mía,
pero sabré aprovecharlo. Nos vamos a reír mucho.
Es cierto que la Semana Santa está aquí
mismo, aunque en este acelere de vida, me parezca que queda
muy lejos. No voy a hacer muchos planes, pero tenerte cerca un
tiempo será estupendo. La jornada playera nos la hemos ganado. Con
todo incluido, un día es un día.
Yo puedo ofrecerte un mar de gente
esperando la salida de la Virgen del Santo Milagro de Todos los
Años Igual, en la que hacer inmersión sin otro propósito que el de
la espera. Claro tú, desde tu metro ochenta y pico, puedes -si no
has perdido las gafas en el enardecimiento de la vorágine- divisar
el palio y el humo del incienso.
Para más inri - en este caso dicho con
absoluta propiedad- por aquello de seguir en tu línea de
matrona, puedes colocarte peineta y mantilla (y yo que lo vea) y salir a
nuestra Sevilla eterna, para dejar eterno recuerdo de tu presencia en los
abnegados capillitas situados a tus espaldas. Hagas lo que hagas
cuenta conmigo.
Estoy deseando verte, escucharte y
achucharte.
Lita
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